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y mientras paseaba de arriba abajo por la estancia, tratando de calmarse, percibió tales miradas de interrogación de sus tíos, que todavía se empeoró la cosa.

Entraron Darcy y su hermana y efectuóse tan interesante presentación. Con asombro notó Isabel que su nueva conocida estaba tan azorada por lo menos como ella misma. Desde su llegada a Lambton había oído que la señorita de Darcy era en extremo orgullosa; pero la observación de muy poccs minutos le convenció de que era sólo tímida con exceso. Le fué difícil obtener de ella más que monosílabos.

La señorita de Darcy era más alta que Isabel, y aun sin tener sino diez y seis años, su figura estaba ya desarrollada y su aspecto era femenil y gracioso. Era menos guapa que su hermano; pero había en su rostro inteligencia y buen carácter, y sus modales eran en absoluto sencillos y gratos. Isabel, que había creído encontrarla observadora tan perspicaz y constante como había sido siempre Darcy, se reconoció muy aliviada al observar la diferencia de modo de ser.

Poco tiempo llevaban juntos cuando Darcy dijo a Isabel que Bingley venía a visitarla, y apenas había tenido ella tiempo para expresar su satisfacción y prepararse para visita semejante, cuando oyeron los precipitados pasos de Bingley en la escalera, y al momento penetró en la habitación. Toda la cólera de Isabel contra el mismo había desaparecido hacía tiempo; pero de haber sentido