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lejos. Si hubiera estado más cerca, ella no se habría marchado tan pronto.

Pero la falta de ánimos que le ocasionó ese suceso se alivió pronto, abriéndose de nuevo su mente a la agitación con una serie de noticias que por entonces comenzaron a circular. El ama de llaves de Netherfield había recibido órdenes de prepararse para la llegada de su amo, quien iba a venir pasados dos o tres días para cazar allí durante unas semanas. La señora de Bennet estaba por completo sobre ascuas. Miraba a Juana y sonreía y sacudía la cabeza alternativamente.

—Bien, bien; ¿conque viene el señor Bingley, hermana?—pues fué la señora de Philips quien primero le trajo esa noticia—. Pues mejor. Aunque no me cuido de él. Tú sabes que nada tiene que ver con nosotros, y bien seguro es que no necesitaremos volver a verle. Mas, sin embargo, será muy bien venido a Netherfield si le gusta venir. Y ¿quién sabe lo que puede acontecer? No ignoras que hace tiempo convinimos en no decir palabra de eso. Pero ¿es en absoluto seguro que viene?

—Puedes darlo por cierto—replicó la otra—, porque la señora Nichols estuvo en Meryton la tarde última; la vi pasar y salí con propósito de averiguar lo positivo, y me dijo que sí, que era la verdad pura. Viene el jueves lo más tarde; acaso el miércoles; y me dijo aquélla que iba a la carnicería a encargar más carne para el miércoles y tres pares de patos a propósito para matarse.

Juana no pudo oír hablar de semejante venida