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precié sólo cuatro meses antes serían ahora alegre y gratamente recibidas!»

No dudaba de que era generoso como el que más de su sexo; pero mientras viviese, aquello tenía que constituir un triunfo para él.

Comenzó al presente a comprender que él era con exactitud el hombre que por su modo de ser y su talento le habría convenido más. El entendimiento y carácter de él, aunque no semejantes a los suyos propios, habrían colmado todos sus deseos. Hubiera sido una unión que por fuerza resultaría ventajosa para ambos: con la soltura y viveza de ella el carácter de él habríase dulcificado y sus modales mejorado; y del juicio, cultura y conocimiento del mundo que él poseía habría ella recibido beneficios de importancia.

Mas semejante matrimonio no habría de mostrar a la admirada multitud en qué consistía la felicidad conyugal; iba a efectuarse en su familia otra unión diferente que excluía la posibilidad de la primera.

No podía imaginar de qué modo Wickham y Lydia podrían sostenerse con tolerable independencia; pero conjeturaba con facilidad cuán escasa dicha estable podía darse en una pareja unida sólo porque sus pasiones eran más fuertes que su virtud.

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El señor Gardiner volvió pronto a escribir a su hermano. Al agradecimiento del señor Bennet con-