Página:Orígenes de la novela - Tomo I (1905).djvu/69

Esta página no ha sido corregida
LIX
Introducción

Rajna, han demostrado positivamente que Las Mil y una noches, aun como colección, pasaron de la India á Persia. «No sólo es india la joya que hace oficio de broche en este collar (dice Rajna), sino que es indiana también la seda en que las perlas están enfiladas».

Desconocidas como lo fueron del mundo occidental Las Mil y una noches hasta principios del siglo XVIII, es claro que no pudieron ejercer influencia alguna directa ni indirecta. Pero como tienen cuentos comunes con el Calila y Dimna, con la Disciplina Clericalis y con el Sendebar (por ejemplo, el de la cotorra acusadora y el de la nariz cortada), éstos se divulgaron por medio de dichos libros. Y no es inverosímil tampoco que algunos entrasen por tradición oral en tiempo de las Cruzadas, y fuesen utilizados en algunas narraciones francesas ó provenzales. Así nos lo persuade la semejanza entre la historia del caballo mágico y la novelita caballeresca de Clamades y Clarimonda, y la que muestra, no menor, Pierres de Provenza y la Linda Magalona con la historia del príncipe Camaralzamán y la princesa Badura, en el incidente del cintillo de diamantes arrebatado por un gavilán, que determina la larga separación de los dos amantes. Y es cierto también que de la tradición oral, y no de ningún texto escrito, vino á Sercambi y al Ariosto el cuento de Yocondo y Astolfo, aunque no se tome por lo serio la aserción del poeta genovés que dice haberle aprendido de su amigo el caballero veneciano Juan Francisco Valerio, grande enemigo y detractor del sexo femenino.

Un solo cuento de los que hoy figuran en Las Mil y una noches[1] se incorporó desde muy antiguo en la literatura popular castellana transmitido directamente del original árabe, y es por cierto uno de los que Galland no tradujo. Me refiero á la Historia de la doncella Teodor, que todavía figura entre los libros de cordel, aunque lastimosamente modernizada, y cuyas ediciones conocidas se remontan al año 1524 por lo menos[2]. El

  1. Existen en lengua inglesa dos versiones muy autorizadas de Las Mil y una noches, á las cuales forzosamente tiene que recurrir el lector no arabista. La de Lane es más compendiosa y algo expurgada; la de Burton, literalísima.
    The Thousand and One Nights, commonly called in England the Arabian Nights' Entertainments. A new translation from the arabic, with copious notes. By E. W. Lane (Londres, 1839-41).
    A plain and literal translation of the Arabian Nights' Entertaintments, now entitled The book of the Thousand Nights and a Night. Benares, 1885.

    La traducción francesa del Dr. Mardrus, de la cual van publicados doce volúmenes (Le Livre des Mille et une Nuit; Traduction littérale et complète du texte arabe, París, 1900 y ss.), goza de poco crédito entre los orientalistas.

  2. Las dos ediciones más antiguas de que hay memoria son las que se mencionan en el Registrum de D. Fernando Colón (núms. 2.172 y 4.062), ambas sin fecha, pero seguramente anteriores á 1539, en que murió aquel célebre bibliófilo, y una de ellas á 1524, en que D. Fernando la adquirió por seis maravedís en Medina del Campo.
    Una de estas ediciones pudo ser la que tuvo Salvá (núm. 1.592 de su Catálogo), que la supone impresa hacia 1520. Vio otra de hacia 1535.

    D. Pascual Gayangos (apud Gallardo, Ensayo, núms. 1.209-1.216) describe una de Zaragoza, por Juana Millán, viuda de Pedro Hardoyn, á quince días del mes de mayo de 1540; otra de Toledo, en casa de Fernando de Santa Catalina, 1543; dos sin fecha, impresas, respectivamente, en Segovia y Sevilla, y existentes ambas en la Biblioteca Imperial de Viena. Todas estas ediciones son góticas, suelen constar de dos pliegos de impresión; llevan en el frontispicio tres figuras, que representan una doncella, un mercader y un rey sentado, y tienen, además, estampas intercaladas en el texto. Del siglo XVII existen, por lo menos, una de Alcalá de Henares, en casa de Juan Gracián, 1607; otra de Sevilla, por Pedro Gómez de Pastrana, 1642 (La historia de la doncella Teodor, por Mossen Alfonso Aragonés), y una de Valencia, por Jerónimo Vilagrasa, 1676, que se dice nuevamente corregida é historiada y adornada por Francisco Pinardo. En 1726 imprimió en Madrid Juan Sanz la Historia de la doncella Teodor, en que trata de su grande hermosura y sabiduría. En el siglo presente han continuado las ediciones de cordel, muy modernizadas en el lenguaje. La leyenda castellana fué traducida al portugués (Historia da donzella Theodora, por Carlos Ferreyra. Lisboa, 1735-1758); pero la traducción debe de ser anterior por lo menos en un siglo, si es que á ella se refiere la prohibición que el Índice Expurgatorio de 1624 hizo del Auto da Historia de Theodora donzella. T. Braga (O Povo Portuguez, Lisboa, 1886, t. II, p. 466) cita una continuación ó imitación que en portugués se hizo con el título de Auto de un certamen politico que defendeu a discreta donzella Theodora no reino de Tunes; contém nove conclusōes de Cupido, sentenciosamente discretas e rhetoricamente ornadas.