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XLV
Introducción

de los caminos y de los reinos. Pero de esta obra, tan ensalzada por Dozy[1], que considera á su autor como el primer geógrafo de la España árabe, falta una parte considerable, y los cuatro manuscritos hasta ahora conocidos apenas contienen más que las descripciones del Irac, de Persia, del Egipto y del Mogreb ó África Septentrional. Para nosotros tienen especial interés las leyendas relativas al Egipto, porque han servido de principal fuente á la Grande et General Estoria de Alfonso el Sabio, en los capítulos que dedica á aquella región. «Mas fallamos que un rey sabio que fue sennor de Niebla et de Saltes, que son unas villas en el reyno de Seuilla a parte de Occidente cerca la grand mar, escontra una tierra a que llaman el Algarbe, que quiere dezir tanto como la primera part de Occidente o de la tierra de Espanna, et fizo un libro en aravigo et dizenle la Estoria de Egipto; et un su sobrino pusol otro nombre en arabigo: Quiteb Almazahelic Whalmelich, que quiere decir en el nuestro lenguaje de Castiella tanto como Libro de los Caminos et de los Regnos, porque fabla en él de todas las tierras et de los regnos quantas iornadas ay et quantas leguas en cada uno dellos en luengo et en ancho...». De allí tomó la General el relato novelesco de Josep y donna Zulayme[2], transformación de la historia bíblica de José, con notables variantes y adiciones respecto de la versión coránica, siendo ésta del llamado rey de Niebla diversa también en muchos pormenores de los otros dos textos de la misma leyenda en nuestra literatura aljamiada, el poema de Yusuf perteneciente al siglo XIV y una novela en prosa del siglo XVI. Del Libro de los caminos deben de proceder también otras historias fabulosas que la Grande et General reproduce y que todavía esperan editor, como la de los palacios encantados de la sabia Doluca la vieja (¿la Nitocris de Herodoto?), que fabricó los sortilegios de sus cámaras en el instante propicio de la revolución de los astros, y puso en sus templos las imágenes de todos los pueblos vecinos á Egipto, con sus caballos y camellos; la de la infanta Termut; acaso también las que Amador llama «sabrosas y sorprendentes de la reina Munene y de Tacrisa».

Á la clase de los mitos geográficos enlazados con la conquista de España por los árabes, conforme á las fantásticas tradiciones de egipcios y sirios, corresponde el cuento de la ciudad de latón ó alatón, que se encuentra ya en la crónica de Abén Abib, autor del siglo IX, y después de haber pasado por el pseudo Abén Cotaiba y otros pretensos historiadores, encontró su puesto natural en Las mil y una noches y en las leyendas aljamiadas de nuestros moriscos[3]. Algún otro cuento árabe, como el de La hija del rey de Cádiz, ha sido romanceado en nuestros días, pero de otros muchos que todavía existen sólo conocemos los títulos: El gigante de Loja, El falso anacoreta y otros tales.

La ficción novelesca se insinúa por todas partes en las compilaciones y enciclopedias árabes. Los Áureos Prados, de Almasudi, por ejemplo, tienen tanto de libro de

  1. Notice sur les Becrites, seigneurs d'Huelva et de Djezirah Schaltisch, et sur la vie et les ouvrages du célebre géographe Abou-Obaid Al Becri. En la primera edición de las Recherches sur l'histoire politique et littéraire de l'Espagne pendant le Moyen Âge, de Dozy, 1.ª ed. 1849, pp. 282 y ss. Este capítulo, como otros varios, falta en las ediciones posteriores.
  2. Estos capítulos de la Grande et General Estoria han sido publicados recientemente por don Ramón Menéndez Pidal en su precioso estudio sobre el Poema de Yúçuf (en la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, Madrid, 1902), pp. 73-87.
  3. La historia de la ciudad de Alatón ha sido publicada por D. Eduardo Saavedra en la Revista Hispano-Americana, 1882.