Página:Orígenes de la novela - Tomo I (1905).djvu/41

Esta página no ha sido corregida
XXXI
Introducción

la lección moral es la misma: el Príncipe entra en su casa para meditar sobre la muerte, y en tal meditación permanece hasta que un ermitaño cristiano le hace comprender lo que es la vida según la doctrina del Evangelio... Todavía pueden notarse otras coincidencias entre la vida de Josafat y la de Buda. Los dos acaban por convertir á sus respectivos padres; los dos resisten victoriosamente á las tentaciones de la carne y del demonio; los dos son venerados como santos antes de su muerte. Hasta parece que un nombre propio ha pasado del canon de los budistas al libro del escritor griego. El cochero que conduce á Buda la noche en que huye de su palacio, abandonando su mujer, sus hijos y todos sus tesoros, para consagrarse á la vida contemplativa, se llama Chandaka; el amigo y compañero de Barlaam se llama Zardán».

Hasta aquí Max Müller, cuyo somero extracto basta[1], y si á alguno ocurriera la idea de que tal leyenda pudo pasar de la cristiandad oriental á las comunidades budistas, y no al contrario, bastaría para excluir tal conjetura el viaje del chino Fa-Hian, que á principios del siglo V de nuestra era vió en la India las torres levantadas por el rey Asoka en conmemoración de los tres encuentros de Buda; al paso que al libro griego nadie le da mayor antigüedad que la del siglo VII, y en él mismo se afirma que «es una historia edificante traída á la santa ciudad de Jerusalem desde el interior de la región de los Etíopes, que se llama también región de los Indios».

Admitido, pues, que la leyenda del príncipe Josafat es, en sus principales rasgos, ya que no en su espíritu, la biografía popular de Sakya-Muni, tal como se ha conservado en el texto tibetano del Lalita Vistara, debe añadirse, sin embargo, que esta semejanza se refiere sólo á los elementos puramente humanos que concurren en la historia del príncipe Sidharta, sin que en el Barlaan quede rastro ninguno de las mil invenciones fantásticas y maravillosas que sobrecargan la leyenda de Buda en todas sus versiones. Hay, por otra parte, en el Barlaan y Josafat, una parte teológica, una exposición sumaria del dogma cristiano, que es original del monje sirio ó palestino autor del libro. Á él ha de atribuirse también el muy original y fecundo pensamiento del conflicto y controversia entre las principales religiones, caldea, egipcia, griega, judía y cristiana; pensamiento que luego, interpretado con los más diversos sentidos, tiene tan varia representación en la teología judaica del Cuzary, de Judá Leví; en la popular teología cristiana del Libro del Gentil y de los tres sabios, de Ramón Lull, y del Libro de los Estados, de D. Juan Manuel, y pudiéramos añadir en el cuento profundamente escéptico de Los tres anillos, de Bocaccio, germen á su vez del drama deísta de Lessing Nathan el sabio[2]. Hay, finalmente, en el Barlaam y Josafat una serie muy considerable de

  1. El que quiera estudiar á fondo la leyenda de Buda, independientemente del Barlaam, tiene á su disposición, en lenguas vulgares, gran número de libros, entre los cuales basta mencionar, además del conocidísimo resumen de Barthélemy Saint Hilaire, Le Boudha et sa religion (París, 1860), los más recientes de E. Sénart, Essai sur la légende de Boudha, son caractère et ses origines (segunda edición, París, Leroux, 1882), y el de H. Oldenberg, profesor de Kiel, traducido al francés por Foucher, Le Boudha, sa vie, sa doctrine, sa communaté, (Paris, 1894).

    El Lalila Vistara (conforme al texto tibetano) ha sido traducido al francés por E. Foucaux (París, 1848). Como exposición agradable y popular, á la vez que exacta, puede citarse la de Mary Sumer, Histoire du Boudha Sakya Mouni dépuis sa naissance jusqu'à sa mort (Paris, Leroux, 1874), autorizada con un prólogo de Foucaux.

  2. Me refiero al sentido general del cuento, que evidentemente está enlazado con el pensamiento de la disputa y comparación de las tres leyes. En sus detalles, el cuento es de origen hebreo y nació probablemente en España. Se encuentra en la célebre crónica de R. Salomón aben Verga (compuesta en el siglo XV, con el título de Schebet Juda), como ingeniosa respuesta de un judío al rey D. Pedro II de Aragón (La Vara de Juda compuesto por el Rab. Selomoh, hijo de Verga, en la lengua Hebrea y traduzida en la Española por Mr: Del. Y nuevamente corregido con licencia de los Sres. del Mahamad. Em Amsterdam, por Mosseh d'Abraham Pretto Henriq: en la officina de Jan de Wol. Año 5504, que corresponde á 1744. Págs. 114 y 115).

    Sobre las transformaciones de esta leyenda, ya en sentido cristiano, ya en sentido escéptico, véase lo que escribió Gastón París en una conferencia dada en la Sociedad de Estudios Judíos en 9 de mayo de 1884, reimpresa en la segunda serie de sus estudios sobre La Poèsie du Moyen-Âge (París, 1895).