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XXIX
Introducción

una novela mística, como «una fábula ó invención artificiosa». De esta opinión se hizo cargo, para impugnarla, el P. Rivadeneyra en su Flos Sanctorum. El P. Le Quien, ilustre dominico, que dirigió la edición clásica de las obras de San Juan Damasceno (París, 1712), excluyó de ella y relegó á la categoría de las apócrifas la Historia Indica de Barlaamo eremita et Josaphat. Huet, el Obispo de Avranches, en su famosa Lettre sur l'origine des romans (que es el más antiguo ensayo de novelística comparada), la llama á boca llena «novela espiritual» y añade: «Trata del amor, pero del amor divino; hay en ella mucha sangre derramada, pero es sangre de mártires. Toda la obra está compuesta conforme á las leyes de la novela, y aunque la verosimilitud está bastante bien observada, muestra el libro tantos indicios de ficción, que no se puede dudar ni por un momento que es historia de pura fantasía. Fuera una temeridad decir que nunca existieron Barlaam y Josafat, puesto que el Martirologio los pone en el número de los santos, y San Juan Damasceno implora su protección al acabar la obra. Ni quizá fué el primer inventor de esta historia, la cual creyó, sin duda, de buena fe por habérsela oído á otros. Este libro, ya por la elegancia del estilo, ya por la piedad, ha tenido tal aceptación entre los cristianos de Egipto, que le han traducido en su lengua copta, y es frecuente hallarle en sus bibliotecas. Y acaso no sea traducción del texto griego, sino otra historia diversa de estos santos[1]».

El juicio de un prelado tan ortodoxo como Huet, corroborado hoy con el de los sabios continuadores de la obra de los Bolandos, parece que debe tranquilizar á los más meticulosos. Hoy es verdad generalmente reconocida que la novela de Barlaam y Josafat es, en lo fundamental de su contexto, una transformación cristiana de la leyenda de Buda. Ya en pleno siglo XVI, el portugués Diego de Couto, continuador de Juan de Barros, notó en su sexta década las relaciones entre ambas historias, aunque naturalmente las explicaba por la difusión en la India del culto de San Josafat. Casi olvidada esta especie, creemos que fué enteramente desconocida para Eduardo Laboulaye, que en un célebre artículo publicado en 1859 en Le Journal des Débats, volvió á plantear la comparación entre el Barlaam y el Lalita Vistara, resolviendo de plano que San Josafat era la misma persona que Buda.

Pero la cuestión no podía ser resuelta mientras no hablasen los especialistas. No entraremos aquí en los pormenores de esta investigación curiosísima, cuya gloria debe repartirse entre varios orientalistas y varios cultivadores de la moderna rama de la erudición conocida con el nombre de novelística; comenzando por el gran maestro de ella Félix Liebrecht, prosiguiendo con Samuel Bean, traductor inglés de los viajes de los peregrinos budistas, y con Max Müller, que es quien principalmente popularizó esta cuestión con la brillantez y amenidad que le eran propias, y terminando con Zotenberg y Kuhn, que verdaderamente parecen haber agotado la materia[2]. Pero antes de hacernos

  1. No teniendo á la vista el original francés de Huet, me valgo de la traducción latina que lleva por título Petri Danielis Huetii Episcopi Abrincensis. Opuscula duo, quorum unum est «De optimo genere interpretandi et de claris interpretibus»; alterum de origine fabularum romanensium. Editio prima Veneta, 1757, pág. 53.
  2. F. Liebrecht. Die Quellen des Barlaam und Josaphat, en el Jahrbuch für romanische und englische literatur, t. II, 1860, pág. 314. El mismo Liebrecht había publicado antes una traducción alemana del Barlaam con importantes observaciones críticas: Des heiligen Johannes Damascenus Barlaam und Josaphat Aus des Griech... (Münster, 1847). La Memoria del Jahrbuch, que es capitalísima y en algunos puntos definitiva, está reimpresa en el volumen Zur Volskunde (Heilbronn, 1879), y traducida al italiano por E. Teza, se lee también en el tomo segundo de las Sacre Rappresentazioni, de Ancona (capítulos 146-162)
    Travels of Fa-hian und Sund-Yu, Budhist pilgrims, from China to India (400 A. D. and 518 A. D.). Translated from the chinese by Samuel Beal (Londres, Trübner, 1869).
    Sobre la emigración de las fábulas, artículo de Max Müller, publicado en la Contemporary Review de julio de 1870. Traducido al francés en sus Essais de Mythologie comparée (París, Didier, 1875).
    La Légende des Saints Barlaam et Josaphat; son origine. Artículo de Cosquin (autor católico) en la Revue des questions historiques, 1880.
    Braunholz, Die erste nichtchristliche Parabel des Barlaam und Josaphat. (Halle, 1884).
    Zotenberg, Notice sur le livre de Barlaam et Josaphat, en las Notices et extraits des manuscrits de la Bibliothèque Nationale (tomo 28, parte 1ª, 1886).
    Ernesto Kuhn, Barlaam und Josaraph: eine bibliographisch-literatur—geschitliche Studie (en las Memorias de la Real Academia de Ciencias de Baviera, 1ª clase, tomo 20, Münich, 1893).
    J. Jacobs. Barlaam and Josaphat, English Lives of Budha edited and induced by Joseph Jacobs (Londres, Nutt, 1896).
    G. París, Saint Josaphat. En su libro Poèmes et Légendes du Moyen Age (París, s. a. ¿1900?), pp. 181-214.

    Estando tan poco vulgarizados aún en España los buenos trabajos modernos de novelística, acaso no se tengan por superfluas las indicaciones bibliográficas que de intento multiplico en servicio de los estudiosos.