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Introducción

otras colecciones, como el de los dos leales amigos Amico y Amelio, héroes de un poema francés de la Edad Media, transformado luego en el libro de caballerías de Oliveros de Castilla y Artus de Algabe. Á las autoridades alegadas en el Libro de los Exemplos se añaden otras, como Jacobo de Vitry, Cesario (de Heisterbach), Helinando, Pedro Damiano, Juan el Limosnero y la Leyenda Lombárdica. De Cesáreo ó de Helinando debe de proceder, aunque en esta ocasión no los cita, el curioso ejemplo 493 de los escolares suecos que fueron á aprender nigromancia á Toledo.

Ni el satírico autor del Libro de los Gatos, ni menos los compiladores de libros de exemplos, que no se proponían ningún fin literario, pueden ser considerados como discípulos de D. Juan Manuel. Raimundo Lulio tuvo en su propia lengua un solo imitador, pero de tan pronunciada originalidad y espíritu tan diverso del suyo, que casi puede considerarse como su antítesis, á pesar del misterioso lazo que en algún modo los une. Mallorquín como él, franciscano como él (si bien Lulio perteneció sólo á la Tercera Orden), Fr. Anselmo de Turmeda, popular todavía en Cataluña por el libro de sus Consejos métricos, que hasta muy entrado el siglo XIX ha servido de texto en las escuelas, poeta didáctico y paremiológico, astrólogo y profeta, cuyos obscuros vaticinios, semejantes á los del zapatero Bandarra en Portugal ó á los de Nostradamus en Provenza, sirvieron para alentar la resistencia de los parciales del Conde de Urgel contra el Infante de Antequera, y aun fueron invocados en otras contiendas civiles posteriores; renegado no sólo de su orden, sino de la fe cristiana, prosélito del mahometismo, en defensa del cual compuso en árabe un largo tratado, que recientemente ha sido impreso[1], intérprete ó truchimán

  1. Le Present de l'homme lettré pour réfuter les partisans de la Croix, par Abd Alláh ibn Abd-Allâh, le drogman. Traduction française inedite. Paris, Ernest Leroux, editeur, 1886.

    La apostasía de Fr. Anselmo ha sido puesta en duda por algunos de sus biógrafos (vid. especialmente el trabajo de D. Estanislao Aguiló en el Museo Balear, Mallorca, 1884); pero no sólo tiene en su apoyo la tradición franciscana (Crónica de la Santa Provincia de Cataluña, del P. Jaime Coll, Barcelona, 1738, t. I, lib. VI, cap. X) y la de los cronistas benedictinos que trataron de Fr. Pedro Marginet, compañero de Fr. Anselmo (véase especialmente á Finestres, Historia del Real Monasterio de Poblet, III, pág. 272); no sólo tiene apoyo en antiguas ediciones del Libro de los Consejos (por ejemplo, la que D. Fernando Colón adquirió en Medina del Campo en 1524), donde se dice del autor que «por su desventura fue cautivado de moros y levado á Túnez, donde con diversos tormentos ó temor dellos fue forzado renegar la santa fe católica», sino que ha recibido irrecusable confirmación con el hallazgo en el Archivo general de la Corona de Aragón de un salvoconducto dado á Turmeda por Alfonso V en 23 de septiembre de 1423, donde textualmente se lee: «quatenus non obstantibus quod fidem christianam, ut percepimus adnegasti, et propterea crimina plurima et enormia commissistis». Del mismo documento se infiere que el renegado mallorquín vivía entregado á la poligamia, puesto que el salvoconducto se extiende á sus mujeres, hijos é hijas: «Affidamus et assecuramus vos dilectum filium nostrum fratrem Entelmum Turmeda, alias Alcaydum Abdalla, ita quod libere et secure et absque impedimento, novitate et detrimento cujuscumque, cum quibusvis navibus, galeis, bergantinis et aliis fustibus marinis, tam christianorum quam sarracenorum, et tam nobis amicorum quam inimicorum, possitis et libere valeatis, una cum uxoribus, filiis et filiabus, servitoribus et servitricibus sarracenis et christianis... recedere a civitate seu portu Tunici». Ha publicado este importantísimo documento el joven y erudito presbítero D. P. M. Bordoy Torrents en la Revista Ibero-Americana de Ciencias Eclesiásticas (octubre de 1901).

    Lo que añade la tradición, y no resulta confirmado hasta ahora, es que, habiéndose arrepentido fray Anselmo y confesando en altas voces la fe católica que profesaba, el Rey de Túnez le descabezó por su propia mano. De todas suertes, el año de su martirio no pudo ser 1419, como dicen Torres Amat y otros, puesto que el salvoconducto de Alfonso V es de 1423.