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CII
Origenes de la novela

mendigo Abu-Zeid, algo remotamente parecido á las andanzas de nuestros Lazarillos y Guzmanes.

Las fabliellas métricas del Archipreste de Hita no tuvieron imitadores por de pronto. El arte no menos personal de D. Juan Manuel en la prosa, tampoco los tuvo en rigor, porque no estimamos como tales á los autores de algunos libros de apólogos y ejemplos, en que la intención doctrinal ó satírica se sobrepone con mucho al interés de la narración, y que, por otra parte, suelen ser meras compilaciones fundadas en textos latinos.

Tal acontece con el Espéculo de los legos, obra interesante de moral ascética, de la cual existen varios códices, pero que todavía aguarda editor. En cada uno de sus 91 capítulos se intercalan, para confirmar la doctrina, anécdotas y parábolas, tomadas de la Sagrada Escritura, de las obras de los Santos Padres, de las vidas de los Santos, de las historias romanas, con algunos apólogos orientales que conocemos ya por otras colecciones, como el del hijo del home bueno que tenía muchos amigos, tomado de Pedro Alfonso, y el de la falsa beguina, que se encuentra también en El Conde Lucanor.

Mucho más importante, por ser una colección copiosísima, es el Libro de Exemplos ó Suma de exemplos por A. B. C., obra que, conocida imperfectamente al principio por un manuscrito de la Biblioteca Nacional, al cual faltan las primeras hojas donde debía constar el nombre del autor, ha corrido como anónima y atribuida á la literatura del siglo XIV[1], hasta que el Sr. Morel Fatio dió razón de otro códice íntegro, que empieza con una dedicatoria de Clemente Sánchez, arcediano de Valderas en la iglesia de León, á Juan Alfonso de la Barbolla, canónigo de Sigüenza[2]. Clemente Sánchez, bastante conocido como autor de una especie de manual litúrgico, titulado Sacramental, que tuvo varias ediciones en los siglos XV y XVI, hasta que la Inquisición le puso en sus índices, escribió esta segunda obra por los años de 1421 á 1423. No es imposible que la Suma de exemplos, que no tiene fecha, pertenezca á los últimos años del siglo XIV, pero parece más natural ponerla en el XV.

La colección, como queda dicho, es de las más ricas: 395 cuentos tiene el manuscrito de Madrid, 72 más el de París. Á cada uno de ellos precede una sentencia latina, traducida en dos líneas rimadas que quieren ser versos, y que contienen la moralidad del apólogo; procedimiento que parece imitado de El Conde Lucanor, y que es viejísimo, pues se encuentra ya en el Hitopadesa.

El carácter no recreativo, sino doctrinal, del Libro de exemplos salta á la vista y está indicado al fin de la dedicatoria: «Exempla enim ponimus, etiam exemplis utimur in docendo et praedicando ut facilius intelligatur quod dicitur». Se trata, pues, de un repertorio para uso de los predicadores, dispuesto por orden de abecedario para mayor comodidad en su manejo. ¿Pero cuál es la parte personal que podemos atribuir á Clemente Sánchez en ese trabajo? Él dice que «propuso de copilar un libro de exenplos por a. b. c. e despues reducirle en romance». Parece, pues, que no sólo el trabajo de la traducción, sino el de la compilación, es suyo, y que no se limitó á traducir cualquiera de los Alphabeta exemplorum ó Alphabeta narrationum, que en gran número se escribieron durante

  1. Hállase en el tomo de Escritores en prosa anteriores al siglo XV, y como producción de aquella centuria le estudia también Amador de los Ríos en el tomo IV de su Historia de la literatura Española, pp 305 y ss.
  2. El Libro de Enxemplos por A. B. C. de Clemente Sánchez de Vercial. Notice et extraits par Alfred Morel Fatio (tomo VII de la Romanía, pp. 481-526).