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INTRODUCCIÓN

Dedicó la Biblioteca de Autores Españoles tres de sus primeros volúmenes á Cervantes y á los novelistas anteriores y posteriores al que fué y es monarca del género en la literatura del mundo. Aquella colección de narraciones amenas y libros de pasatiempo pudo parecer suficiente en la época en que salió á luz, cuando apenas comenzaban á despertar los estudios hispánicos largo tiempo aletargados, y era forzoso introducir al público con hábil parsimonia en el conocimiento de una literatura que tenía tan olvidada. Pero hoy que las exigencias, no ya de los eruditos, sino de los meramente aficionados y curiosos, son mucho mayores; hoy que libros antes ignorados ó desdeñados son perseguidos con afán y alcanzan altísimo precio, que no siempre es rasgo de ostentación en sus compradores, sino testimonio del interés que despiertan y de la importancia que se les concede para elevados fines de cultura histórica, no puede menos de sentirse la necesidad de ampliar ésta como las demás secciones de la Biblioteca de Rivadeneyra con obras que por uno ú otro concepto no deben ser omitidas ni postergadas en nuestra historia literaria, y que siendo de difícil adquisición rara vez llegan á manos del investigador estudioso. Á tal fin responde el suplemento que en varios volúmenes nos proponemos hacer de la colección de novelistas, dedicando el mayor espacio, como es justo, á los del siglo XVII, muy imperfectamente representados en aquel vasto repertorio de las letras patrias. Pero antes de llegar á ellos, todavía hemos creído indispensable recoger en un tomo algunas producciones de fines del siglo XV y del siglo XVI, que son, á nuestro juicio, dignas de tenerse en cuenta en un estudio sobre la novela anterior á Cervantes. Y aun hubiéramos ampliado el número de ellas si los límites en que hemos tenido que encerrarnos por inevitable condición editorial no nos hubieran obligado al sacrificio de alguna muy curiosa y que ya teníamos dispuesta para la imprenta.

Nadie puede poner reparos á la elección que con su acostumbrado buen gusto y fino conocimiento de la literatura castellana hizo D. Buenaventura Carlos Aribau de las obras que forman el antiguo tomo de Novelistas anteriores á Cervantes. No hay una sola que pueda rechazarse, y como escogidas en géneros distintos dan idea bastante completa del mundo vastísimo á que pertenecen. La Celestina, obra esencialmente dramática, pero escrita para la lectura y no para la representación, no podía faltar en un cuadro de la novela, en cuyos progresos influyó de modo tan decisivo, y á la cual transmitió el poderoso instrumento de la observación realista y el arte insuperable del diálogo. Las dos grandes novelas picarescas del siglo XVI, Lazarillo de Tormes y Guzmán de Alfarache, acompañadas de sus continuaciones, son, y no podía menos, el fondo principal del libro. La novela corta imitada de los maestros italianos y el cuento ó anécdota fugitiva tienen su representación en el Patrañuelo, de Timoneda, y en su Sobremesa ó Alivio de caminantes. La novela de aventuras al gusto bizantino, mezclada con elementos caballerescos, puede estudiarse en el Clareo y Florisea, de Alonso Núñez de Reinoso, y en la Selva de aventuras, de Jerónimo de Contreras. Y, finalmente, la

Orígenes de la novela.-