linero, el suministro de la harina necesaria, regulando la comida á tres ranchos de sémola por cabeza cada día, cebolla de suplemento dos veces por semana, y los domingos, una ración de medio pan por barba.
Establecieron otras varias y acertadas medidas, sobre todo en lo referente á las mujeres, é implantaron bondadosa y humanitariamente el divorcio. Así, en vez de compeler y persuadir á un marido á soportar á su familia con paciencia y resignación, le separaban radicalmente de ella, convirtiéndole en soltero.
Calcúlese cuántas personas de todas las clases sociales hubieran querido aprovecharse de tales beneficios; pero los administradores eran hombres de gran previsión y habían logrado obviar la dificultad. Para gozar de las ventajas de ese divorcio era preciso vivir en el Asilo y mantenerse de sémola: esto asustaba á la gente.
El sistema estaba en pleno apogeo seis meses después de la llegada de Oliverio Twist al Depósito, y con ello el número de asilados disminuía rápidamente.
El lugar en que recibían su alimento los muchachos era un vasto zaguán empedrado. Á un extremo había una gran caldera, de la cual el encargado, asistido por una ó dos mujeres, sacaba la sémola para repartirla. Cada chico recibía una escudilla, y no más, salvo en casos excepcionales de público regocijo. Las vasijas no necesitaban nunca lavarse; los muchachos las pulimentaban con las cucharas: tenían buen apetito, cómo todos los chicos en general.
Oliverio y sus compañeros sufrieron las torturas de aquel régimen durante tres meses, y llegaron á estar tan voraces y hambrientos, que uno de ellos, no acostumbrado á la media dieta, pues su padre