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LEOPOLDO LUGONES

Pero quien ha de abrir por él la boca,
Si el mismo capataz no está seguro
Cuando, los días de elección, no vota
Como todo mensual «por don Fulano»,
La lista que al fin poco les importa.
El se contenta con un saco viejo,
Media libra de pasas y una trompa.


Detrás, pausadamente talonea
El capataz su zaina cadenciosa.
En el chifle de cuerno un resto de agua
Va gorgoteando sofocada y sorda.
Mañana, si Dios quiere, con la fresca
Se acercarán al pueblo donde próspera
La tienda espera su mercadería;—
Y entrarán por la calle barrancosa
A los compases del clarín alegre
Que él como anuncio del arribo toca.
A la par suya trotará su cuzco
Plumereando alegrías con la cola;
Y sumiendo la arena irán las llantas,