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LEOPOLDO LUGONES

El ojo en la rodilla temblorosa,
Al ladrido del perro los que aguardan
Salen llenos de plácemes y de ¡holas!
Entre un ruído de espuelas, todavía
En el extremo de la rienda floja,
Con saludo cordíal se unen las manos
Y la cola del can tunde las botas.


Se amustia el cielo. La primer estrella
Salta en el vago azul como una gota.
Y en la cocina negra el primer fuego,
Como un gallo dorado se arrebola.


Todavia inconcluso el primer mate,
Salimos con idea previsora,
A averiguar si hay pasto suficiente
En el cerco habitual donde acomodan.
El fatigado lomo aún exhala
Su dejo de churrasco en las caronas;
Y con una palmada al anca escueta,