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ODAS SECULARES

Al cuello dos minúsculas bellotas,
Bien se deseaba una hermanita beba
Para hacerla jugar á la pastora.


Entre los dedos de la madre el huso
Continuaba diciendo la congoja
Del pobre cabritilla degollado
Que con un grito tan doliente llora.
Y la muerte distinta del cordero
Que al sacrificio proverbial se dobla
Con sumisa quietud, siendo esa muerte
Una mirada blanca y silenciosa.
Y el áspero morueco de los pobres,
Con su lana plebeya y su asta en rosca.
Y el chivo socarrón de ojo amarillo,
Que en su barba almizclada filosofa.
Y las vacas cornudas y pequeñas,
Y las yeguas pintadas y avizoras,
Y la campaña igual donde eran dueños
Pobres y ricos en la misma norma.
Y el rancho con su tala y su pareja