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LEOPOLDO LUGONES
Al empeñoso arrastre de las guías
El asalto de ortigas y achicorias.
Con una lenta y clara luz de yema
Las grandes flores desde abajo asoman,
Y el rústico plantío así adornado
Tiéndese al sol cual campesina colcha,
Que el paso del labriego desordena
Con extensas roturas de agua honda.
Vése, un poco inclinada hacia adelante,
La silueta del hombre que acomoda
Con las manos atrás, en la pretina,
Pausadamente su cuchilla roma.
Ya las vacas ajenas cuyo daño
Interrumpiera su merienda sobria,
Lentamente repasan el portillo
Con pata desganada y cautelosa.
Localiza el impávido silencio
Un zumbido concéntrico de mosca.
En la asoleada soledad vacila
El papelito de una mariposa.
Una muñeca que ya está granando.