Página:Odas seculares.djvu/53

Esta página ha sido validada
52
LEOPOLDO LUGONES

—Gandini, el boticario, en Rafaela
Se casó con aquella negra gorda
Que tuvo de mucama. ¡Pucha el hombre!...
Mas, hé aquí que el viejo se le afronta
Parado bruscamente en la vereda:
—Qué querés don Ramirez... La crigolla
É molto confortevole...
 Y su gracia
Se ultima en una risa carrasposa.


La resolana exalta en los ladrillos
Un flotante matiz de zanahoria.
Detrás de la muralla que orillean
Percíbese, al pasar, choques de bochas.
Alzanse allá en el pálido horizonte
Humaredas de bálago. Una sorda
Trepidación, anuncia el tren distante
Para el cual el semáforo se dobla.

Y aunque el joven criollo no replica,