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LEOPOLDO LUGONES

Salpicaba su malicia
Clara y fácil como un real.


Luego el amor del caudillo
Siguió muriendo admirable,
Con el patriótico sable
Ya rebajado á cuchillo;
Pensando, alegre y sencillo,
Que en cualesquiera ocasión,
Desde que cae al montón
Hasta el día en que se acaba,
Pinta el culo de la taba
La existencia del varón.


Su poesía es la temprana
Gloria del verdor campero
Donde un relincho ligero
Regocija la mañana.
Y la morocha lozana
De sediciosa cadera,
En cuya humilde pollera,