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En el largo crepúsculo de las tardes serranas
Aquellos bultos pétreos toman formas humanas
Y animales: un indio, una lanza, algún potro.


Y los nervios tirantes, los ojos y el oído,
Miedosamente esperan ver, de un momento a otro,
Levantarse las piedras, volar el alarido.

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