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Erámos todos jóvenes, y muchos eran bellos.
Las sierras simulaban jorobas de camellos,
Y a su vera, del brazo, por la senda oportuna


Volvíamos, cantando, en una sola hilera,
Al caer de las tardes. Y era la primavera.
Y se asomaba a vernos el disco de la luna.

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