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Con el paso lento, y los ojos fríos
Y la boca muda, dejarme llevar;


Ver cómo se rompen las olas azules
Contra los granitos y no parpadear;


Ver cómo las aves rapaces se comen
Los peces pequeños y no despertar;


Pensar que pudieran las frágiles barcas
Hundirse en las aguas y no suspirar;


Ver que se adelanta, la garganta al aire,
El hombre más bello; no desear amar...


Perder la mirada, distraídamente,
Perderla, y que nunca la vuelva a encontrar;


Y, figura erguida, entre cielo y playa,
Sentirme el olvido perenne del mar.

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