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Algo de otras edades, de una extraña grandeza,
Sorprenderá a los cisnes blancos del siglo XX,
Sonreirán las bocas de mármol de la fuente
Al amor desusado de una fiera simpleza.


Por mirar cómo escapan las mujeres rosadas,
Las mujeres de piedra darán vuelta sus bustos,
Y en la sombra discreta de los negros arbustos
Habrá una fuga fina de blancas carcajadas.


Pero es grave el contraste: bajo mis ojos cae
Saliendo del boscaje, una cara pulida:
Es de mi siglo: un joven; por la boca sin vida
Pasa un cansancio lento que a lo real me trae.


Hacia mí se encamina con un paso que ondula,
Su piel amarillenta le da una muerta gracia,
Ojeras prematuras sellan su aristocracia;
Pasa a mi lado, mira, me pesa y me calcula...


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