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— Sonetos. —

XVII.

Al escudo de Aquiles.

El escudo de Aquiles, que bañado
En la sangre de Héctor, con afrenta
De Grecia y Asia fué, mal entregado
Á Ulíses por varon de mayor cuenta,
Sobre el sepulcro de Ayax fué hallado;
Que Ulíses, levantándose tormenta,
Entre las otras ropas lo habia echado
En la mar, por dejar la nave exenta.
Alguno, visto el nuevo acaecimiento,
Dijo, quizá movido en su conciencia:
«¡Oh juez sin razon ni fundamento!
Que el conocido error de tu imprudencia
Vean la ciega fortuna y ciego viento,
Y el loco mar enmienda la sentencia».

XVIII.

Alzo los ojos de llorar cansados,
Por tornar al descanso que solia;
Y como no lo veo do lo vía,
Abájolos en lágrimas bañados.
Si algun bien yo hallaba en mis cuida-
Cuando por más contento me tenía, [dos,
Pues que ya le perdí por culpa mia,
Razon es que los llore ora doblados.