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Cuéntame si brotaste
al pié de un sauce ó de elevado pino;
los prados que cruzaste;
cuántos mármoles viste en tu camino;
las flores que bañaron
tus frescas aguas, y á su humor brotaron.

Dime las dulces aves
que de los olmos de tu blanda orilla
te cantaron suaves,
y las sierpes que al verte sin mancilla
vertieron su veneno
para poder cruzar tu limpio seno.

Dime si las zagalas
tus claras urnas ilustrando viste
sin inútiles galas;
y cuéntame los sueños que infundiste
al oir los pastores
el dulcísimo són de tus rumores;

Que yo te iré contando
mis cortos bienes y mis luengos males.—
Mas ¿la vega mirando,
presuroso despeñas tus cristales
y rápido te alejas?
Bien haces ay! por no escuchar mis quejas.

—oo—

—¡Qué hermosa está la vega,
cuando bañada de feraz rocío,