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Dramas de Shakespeare.

de éstas, ni pudo reconocer nunca voz superior á la suya, aan cuando le arguyeran con las más convincentes razones.

En 8a vejez con orgullosa exigencia pide que sus bijas hagan ante su corte demostración del afecto que cree le profesan, para dar asi más realce y brillo al acto que se ha propuesto levar á cabo de repartir su reino entre ellas, Las dos mayores, que nó quieren á su padre, astutamente lo complacen haciendo falsas profesiones de su cariño hacia él; pero la menor, que lo ama entrañablemente, y que ha heredado, al par de las excelentes cualidades de Lear, algo de su irreflexiva violencia, indignada al ver la falsedad de sus bermanas, contesta con innecesaria franqueza y aun con falta de consideración al anciano rey, exasperándole hasta el punto de bacerle exagerar su disparatada conducta, ó iracundo, en vez de reservar un tercio de su reino para ella, su hija predilecta, en cuyo cariño tenta más confianza que en el de las dos mayores, ced á éstas todos sus bienes y lodo su poderfo.

Las consecuencias de semejantes ligerezas constituyen el núcleo del drama. Y como Shakespeare se complace en dramatizar una tesis con varios ejemplos, introduce en ét una seguada acción. El Conde Clóster, como buen padre, ama á sus dos hijos, el menor de ellos ilegitimo; pero no ha sabido inspirarles ni fraternal cariño ni flial confanza, y, aunque prefiere al bastardo, no le concede derechos de ningún género. Asl, pues, la ligera ćonducta del Conde y su escasa atención hasia las consacuencias de su falta cenyugal producen resultados que marchan paralelamente con la trama principal de esta sublime tragedia.

El arte de Shakespeare no yace en idear complicados argumentos, ni en procurar resolver dificiles problemas morales, ni siquiera en dramatizar sucesos extraordinarios y hacer á sus personajes simpáticos ú odiosos con sus