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CLXXXII
Obras de Shakespeare.

tanto, guiado por sus ideas de medros exclusivos; y, contraviniendo todos con ciega pertinacia á la necesidad moral, todos, por eso, de consuno contribuyen á la catástrofe trágica ó al desenlace cómico, instigados por su propia personalidad, según la posición en que voluntariamente sa han coloeado respecto de las circunstancias y de los acontecimientos.

La UNIDAD resulta, pues, de que la multiplicidad de individualidades se mueve bacia UN MISMO CENTRO desde posiciones apartadas, y de que, agrupadas ep su marcha, cooperan á un misme fin. Sin ese centro y esa cooperación, la reunión de tantos personajes remedaría la aglomeración de gentes en los centros públicos, justas en ellos para pasear, viajar ú otras miras enteramente desligadas entre si.

No hay, pues, en Shakespeare to que los preceptistas entienden por unidad de acción. No: no hay en él UNIDAD DE ACCIÓN; pero sI UNIDAD DE IDSA.

Sólo el lazo de una cooperación común hace de los mechos un todo integro: que sólo un centro común de gravedad artfetica puede hacer de la multiplicidad de caracteros, de grupos y de escenas un conjunto armónico y esencialmente dramático.

A su vez la acción dramática tiene que aparecer como el resultado del libre movimiento de los personajes del drama, pero con tendencia hacia un centro especial, so pena de degenerar en mero acontecimisnto vacio de sontido. Pero, si el pocta deja ver la idea central, los pecsonajes dramáticos corren el riesgo de parecer autómatas movidos mecánicamente por patente resorle ó manifiesta fuerza motriz.

Por tanto, así como las piedras y los metales preciosos no son el centro de gravedad, pero lo determinan, juntamente con la forna, en on anilio; ast tambión los caracta-