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PRÓLOGO.

de Miranda y poblaría la isla de Calibanes, por lo cual su servidumbre tiene que ser absoluta. Y quién es Fernando? se pregunta Dowden. Fernando, responde, es sin duda el joven poeta inglés Fletcher, en unión de quien Shakespeare escribió Los Dos nobles parientes y Enrique VIII; porque Fletcher fué considerado el continuador del estilo y del método dramático de Shakespeare; pues aunque, como el mismo Fernando dice, había visto y admirado á muchas otras damas, en ninguna había hallado reunidas todas las perfecciones hasta que vió á Miranda. A Fernando, pues, el anciano mágico confía su hija. Pero Shakespeare conocía las flaquezas de Fletcher; su falta de entereza y de fibra para el trabajo, de paciente sufrimiento; su escaso aprecio de la solemnidad y de la santidad del arte, y por eso impone á su amigo el sacrificio de no poseer á Miranda tan pronto y fácilmente. Le obliga á conducir miles de tueros y á apilarlos con arreglo á sus órdenes severas. Parece como que Shakespeare dice á los jóvenes poetas: «No desdeñéis el trabajo necesario para conseguir la perfección, por más que á veces os parezca rastrero: algo hay que hacer para conseguir á Miranda, y por ella leve os ha de parecer. Próspero rodea el enlace de Fernando y Miranda de religiosa solemnidad, y Fernando ha de honrar á su prometida como á cosa sagrada, y ha de ganarla con el trabajo. Pero el trabajo de la imaginación es de otra clase: es sutil y vuela libre por todas partes; cunde en el tope del alto mastelero en forma de fuego; vaga como ninfa marina sobre la arena de la playa, y habla como la diosa de la tierra, Ceres, bendiciendo con promesas de abunlantes cosechas. Ariel es este espíritu; el genio imaginativo de la poesía, libertado poco tiempo había en Inglaterra de la larga esclavitud en que lo tuvo Sycorax.