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PRÓLOGO.

uno de los trabajos más originales que ha producido jamás poeta alguno, desde los albores de la literatura humana hasta la época presente.

También se ha dicho que argumento semejante al de La Tempestad era el de un romance titulado Aurelio é Isabela, impreso en español, italiano y francés; pero nadie ha podido hallar semejante novela, por más pesquisas que se han hecho.

Clasifícanse juntas generalmente el Sueño en noche de verbena y La Tempestad, y ambas comedias son realmente del mismo género. En ambas se mezcla lo natural con lo sobrenatural; en ambas aparecen reyes, magnates y plebeyos, y dioses mitológicos, y espíritus y genios, y trasgos y engendros mágicos; pero es inmensa la distancia que las separa, y muy diferente por cierto el espíritu que las informa. La primera es producto de un alina juvenil y retozona; respira por todos sus poros aire prinaveral, la frescura de la juventud, la alegría y la exuberancia de lo que va creciendo. La Tempestad, por el contrario, es producto de la edad madura, del desencanto de la vida, del alma que ha padecido y se ha aquilatado en la adversidad, y en ella dominan los tintes más sombrios, pero también más suaves, que caracterizan al otoño al despojarse tranquilamente de sus galas.

Es necesario admitir, por poca atención que se preste al examen de esta obra, que hay motivos para creer que Shakespeare veló en ella alusiones á su pasada vida y á sus futuros intentos; pero, pretender hoy hallar en ese argumento patente demostración de su alegórica significancia, es, en mi juicio, tarea de imposible realización. Mucho podría escribirse, si se quisiera dar cuenta de las distintas interpretaciones que se han querido dar al significado alegórico, no sólo del drama en sí, sino de Próspero, de