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M. AURELIO.—SOLILOQUIOS.

corregirlo, según algunos falsamente[1] opinan), ni, en suma, habría cometido un descuido tan grande, ó por falta de poder, ó por falta de saber, como sería el que con suma confusión[2] los bienes y los males verdaderos fuesen igualmente comunes á buenos y malos. Nosotros ahora sin duda vemos que la muerte y la vida, el honor y la infamia, la molestia y el deleite, la riqueza y la pobreza, no siendo cosas de suyo honestas ni torpes, sin diferencia acontecen á buenos y malos; luego ellas en rigor ni son bienes ni son males.

Es asunto digno de toda la atención de nuestra facultad intelecttiva reflexionar con cuánta velocidad se pasa todo; cuán presto en el mundo desaparecen los cuerpos; cuán en breve, hasta la memoria de ellos, se borra en la posteridad; entender que ésta es[1] Según Merico Casaubono ha observado sobre el presente lugar, no aprueba M. Aurelio el dogma impio de los estoicos, de no poder Dios impedir que el bien y el nal fisico no fuese común á buenos y malos. Quidquid nobis negatum est, dari non potuit.. magna accepimus, maiora non cepimus. Sénec., De Benef., lib. 11, cap. XXIX.

[2] La voz de la naturaleza es la misma que hizo cantar al poeta, Odis., . v. 188.

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Y la misma experiencia convenció darse esta economía en los sucesos humanos; de donde era bien fácil concluir que tanto los bienes de naturaleza como los de fortuna eran de suye indiferentes para hacer moralmente bueno ó malo á quien los poseyese. Ni por esto debía sospecharse que faltase á Dios saber, poder ó querer para hacer feliz al hombre; antes bien, se debía inferir que Dios habia querido præparare in posterum bona iustis, quibus non fruentur iniusti ; et mala impiis, quibus non excruciabuntur boni, como dice San Agustín, De Civ. Dei, lib. 1, cap. VIII.


  1. 1,0 1,1
  2. 2,0 2,1