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MORALISTAS GRIEGOS.

ceder, sin dar señal de envidia, á los hombres excelentes en alguna facultad, por ejemplo, en la Oratoria, en la Jurisprudencia, en la Ética ó cualquiera otra semejante, dándoles la mano para que cada uno en su profesión consiguiese una suma aceptación y aplauso. Siendo en realidad observante de la disciplina antigua y de las leyes de su patria, no por esto afectaba ser tenido por tal. Tampoco gustaba de andar á menudo mudando de lugares y ocupaciones; antes bien tenía mucho gusto en morar en unos mismos sitios y ocuparse en los mismos ejercicios; tanto que asi que le cesaban los agudos dolores de cabeza, de que solla verse molestado, al punto con nuevo empeño y vigor volvia á sus acostumbradas fatigas.

Era un principe que rarísima vez y en poquísimas cosas hacía misterios, y nunca sobre otros negocios que en los que eran propios del Estado. Como no se gobernaba sino por las reglas sólidas de su deber, sin dejarse llevar del aura popular, guardaba una prudente moderación en lo que mira á dar espectáculos y regocijos públicos, á levantar fábricas y monumentos magníficos, á regalar al pueblo con donativos y distribuciones, y en otras cosas de esta naturaleza[1]. No usaba á deshora del baño; no teníą pasión por edificar; no se cuidaba de manjares delicados en la comida, de nuevas modas y exquisitos colores en el vestido; no solicitaba tener entre sus pajes la flor de la más bella juventud[2].

[1] El sentido es bien claro, pero el texto confuso, por estar muy viciado.

[2] La voz owpátwv debe entenderse de la familia, en la


  1. 1,0 1,1
  2. 2,0 2,1