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LIII
M. AURELIO.—SOLILOQUIOS.

grandes ventajas, á saber: Pertinaz en la Mesia y en la Dacia, y otros en varias provincias.

Con sucesos tan favorables, el Emperador consintió en poner fin á la guerra, domando de una vez aquellas belicosas naciones. Estorbóselo la muerte, que le asaltó en Viena de Austria antes de cumplir los dos años de campaña. Quién la atribuye á traición de los médicos, ganados por Cómodo[1], impaciente de reinar; quién á resolución de Marco, por la vergüenza y dolor que le causaba el desarreglado porte de su hijo, y quién más sencilla y verosímilmente á efecto de la peste que había contagiado al ejército.

A los seis días de enfermedad procuró con una paternal amonestación abrir los ojos á su hijo, y ponerle en el verdadero camino de una vida racional y un gobierno justo. Hízole llamar á su cama en compañía de los mejores amigos y consejeros más fieles, y apoyándose sobre el codo les dijo en sus- [1] Mr. DAcier, pro suo etiam in malos æquiori ingenio, como nota Estanhope, defiende á Cómodo; y para eso recurre á Herodiano, según el cual Cómodo no se dejó dominar de los vicios hasta después de la muerte de su padre, y se desentiende de lo que expresamente dice Capitolino, que Marco al morir aplicó á su hijo la sentencia de Filipo de Macedonia acerca de Alejandro en sentido bien diferente, esto es, que todo el Imperio no bastaría para saciar los vicios y liviandades de Comodo. El misno historiador dice (cap. XXVII) que á Marco Aurelio no le pesaba de morir y perder de vista al hijo: Nam jam Commodus turpem se, et cruentum ostentabat. Y poco después: Fertur, illum mori voluisse, cum filium talem videret futurum, qualis extitit post ejus mortem; ne, ut ipse dicebat, similis Neroni, Caligulæ, et Domitiano esset. Y Dión refiere su respuesta al tribuno que le pedia la palabra : Abi ad orientem: ego enim jam ad occasum commeo.


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