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XLVI
MORALISTAS GRIEGOS.

pretexto de conservar la fama de clemente, tolera aquelos cuya vida no es de su aprobación; no dejando por eso de zaherirle: Maroo Antonino filosofa y disputa de los elementos, del alma, de lo honesto y justo, sin cuidar de la República, que así se explica en una carta á su yerno, gobernador de Alejandria.

El valeroso y fiel Marcio Vero, gobernador de Capadocia, dió parte al Emperador de la rebelión de Casio, cuya fama puso en consternación al ejército y mucho más á Roma. Aquietáronse los soldados con una alocución de Marco, verdaderamente de oro, y que bastaría sola para calificar á su autor, no solamente de filósofo sano, sino también de uno de los mejores soberanos que nos ofrece la Historia.

No llegó el caso de emplear la buena voluntad de los soldados, excitada con este discurso : al cabo de tres meses y seis días, mataron á Casio, en una marcha, el centurión Antonio y un decurión: igual suerte tuvieron el hijo Meciano y el Prefecto del Pretorio; y su partido se vió enteramente abandonado, volviendo en si los pueblos y las legiones de Siria, que celebraron unánimemente la muerte del tirano Casio. No lo hizo asi Marco Aurelio, con ser el principal ofendido, pues habiéndole presentado la cabeza de Casio, no mostró más afecto que de compasión, y mandó luego darla honrora sepultura.

El Senado habia declarado traidor á Casio y confiscádole los bienes: M. Aurelio concedió la mitad á los hijos, y el producto de la otra mitad no quiso que entrase en el Fisco imperial, sino en el Tesoro público; exceptuando de la confiscación las joyas, de que hizo donativo á las hijas. Alejandra, una de ellas, con su marido Drunciano, quedó en plena