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LA TABLA DE CEBES.

-Cuanto á lo primero, si uno vive mal, le será un bien la vida?

—Paréceme que no, dije yo, sino mal.

—¿Pues cómo será bien la vida, dice, si es mal para éste?

—Porque para los que mal viven, me parece que es mal la vida, y bien para los que bien.

—De esa manera confiesas que la vida és mala y es buena.

—Así lo digo.

—Pues no digas un disparate tan grande. Porque no es posible que una misma cosa sea mala y buena, porque por la misma razón sería también provechosa y dañosa, y juntamente digna de seguirla y de huir de ella. Porque eso va muy fuera de razón.

Pues si hallándose el mal vivir en alguno, decimos que se halla en él algún mal, señal es que el mismo vivir es mal. Pero no es todo uno, dice, el vivir y el mal vivir. No te lo parece á tí asf?

—Llanamente que tampoco me lo parece será mí.

—De manera que el vivir no es cosa mala[1]; porque si lo fuera, también lo fuera á los que viven bien, pues tienen también éstos lo que en sí es malo.

—Paréceme que dices verdad.

—Y pues á los unos y á los otros les es común el[1] To xaxoc toivov v. La lección común que sigue Abril es ésta: td tolvuv v où xaxóv čarv: luego el vivir no es cosu mala; pero esta conclusión no abraza todas las dudas que preceden y se han propuesto al anciano; pues solamente responde wept to0 iv, sobre el vivir; y la disputa principal es, wepl too xaxoç E, sobre el vivir mal; y á esto había de satisfacer el anciano. La lección que adoptamos concluye bien y comprende todas las partes de la cuestión: luego el vivir mal es cosa mala; pero no lo es el vivir.


  1. 1,0 1,1