coronados, dando muestra de una manera de alegría; y otros sin coronas, de los cuales unos, como desesperados, parece que traen quebradas las piernas y las cabezas, y que los traen ciertas mujeres de las manos?
—Los que vienen coronados son los que ha librado la Doctrina; y alégranse de ver que han alcanzado su amistad. Pero los que no traen coronas, unos desahuciados ya de la Doctrina vuelven mal y miserablemente dispuestos; otros habiendo desmayado y volviendo á la Perseverancia, se vuelven otra vez y andan perdidos por la ignorancia del camino.
—Y las mujeres que los acompañan quién son?
—Las Tristezas, dice, y las Angustias, y las Pasiones de corazón, las Infamias y las Ignorancias.
—Todos los males dices que les acompañan?
—Todos realmente, dice. Y cuando éstos llegan al primer cercado, do está la Vida placentera y la Disolución, no se echan á sí mismos la culpa, sino que en la hora abominan de la Doctrina y de cuantos van á ella, como de gente miserable y desventurada, y digna de lástima en su vivir; pues dejando la manera de vivir que ellos tienen, viven desventuradamente sin gozar de los bienes que ellos tienen.
—¿Qué es lo que ellos llaman bienes?
—-La Perdición y la Disolución , hablando así sumariamente; porque el comer hasta hartar, como las bestias, lo tienen por usufructo de los mayores bienes del mundo.
—Pero las otras mujeres que vienen también allí alegres y risueñas cómo se llaman?
—Las Opiniones, dice; las cuales, después que