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LA TABLA DE CEBES.

bleza, hijos, señoríos, reinos y todo lo demás que es .de este jaez? ¿Y pues todas esas cosas no son bienes?

—De eso, dice, después trataremos[1]; estemos ahora en la declaración de la fábula.

—Sea en buen hora.

—¿No ves cómo después de pasada esta puerta hay más arriba otro cercado, y unas mujeres que están fuera del cercado muy afeitadas, como suelen afeitarse las rameras?

—Sí veo.

—De estas, pues, esta primera se llama la Disolución, esta la Prodigalidad, esta otra la Avaricia y esta otra la Lisonja.

—Y qué hacen aquí éstas?

—Aguardan, dice, á los que de la fortuna han recibido alguna cosa.

—Y después, ¿qué hacen? Corren luego para ellos, y abrázanlos y lisonjéanlos, y ruéganles que queden allí en su compañía, diciéndoles que vivirán una vida sabrosa y sin trabajo y libre de toda fatiga. Si persuaden, pues, á alguno que se vaya tras aquella vida sabrosa, por algún tiempo parécele que aquella vida y trato es muy apacible, hasta haber cebado al hombre. De allí adelante ya no es así. Porque cuando vuelve á mirar por sí, entiende que él no ha comido, antes ella lo ha comido á él y lo ha afrentado. Y así, después de haber gastado todo cuanto recibió de la for-


  1. Aobiç Exnothaer diadépeabz. Abril lee a0oiç dialEousba. El sentido es el mismo. La primera lección, aunque es más rara, parece más propia del estilo é ingenio de Cebes: por esta razón la prefiere Gronovio, apoyado en un códice antiquísimo y de buena nota.
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