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MORALISTAS GRIEGOS.

ni nos parecia que fuese ciudad la pintura, ni tampoco ejército; sino que había en ella un cercado que tenía dentro de sí otros dos cercados, el uno mayor y el otro más pequeño. En el primer cercado había una puerta, á cuya entrada parecía haber mucha gente. Dentro del cercado se veía una multitud de mujeres. Encima de la entrada de la primera puerta y del primer cercado estaba un viejo, que parecía dar orden á la multitud que entraba.

Estando, pues, nosotros maravillados de la significación de esta fábula un gran rato, se nos allegó un viejo, y nos dijo:

—No es cosa nueva, amigos, la que pasa por vosotros acerca de la duda de esta pintura. Porque aun de los mismos naturales son muy pocos los que saben lo que significa esta pintura. Porque no es esta memoria cosa de la ciudad; sino que en tiempos pasados arribó aqui un hombre extranjero, varón muy prudente, y que en sus palabras y obras mostraba ser muy sabio, y que seguía la vida de Pitágoras y Parménides, el cual consagró á Saturno este templo y también esta pintura.

—¿Conóceslo por ventura, dije yo, ó vístelo tú al mismo hombre?

— Sí, dijo él, y lo estimé en mucho, mucho tiempo[1]. Porque siendo más mozo, disputaba con


    noble arte, ni esta duda podia contribuir á hacer más confusa su inteligencia y declaración : dudaban empero la edad 6 el siglo á que debía referirse; y á esto sólo parece que alude la respuesta del anciano que se ofreció á la declaración de la fábula, dves tiç wala wote áoixeto deopo, en donde nada dice del lugar de donde pudiera haber venido la pintura.

  1. Iloáov xpóvov veúrepoc öv. Abril pone punto después de zpóvov, y continúa: Neútepoç páp âv wodiá onouóata