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EPICTETO.—MÁXIMAS.

á un médico; después entrarás en la tela ó en el palenque. Pero te conviene resolverte á cuanto te pudiere suceder; tal vez á herirte las manos y los pies, y tal vez á ser azotado, y después de todos estos trabajos estás también en riesgo de ser vencido.

Pero si nada de esto te hace mudar de propósito y quedas en tu primera resolución, entonces podrás emprender el combate de la lucha, porque si haces de otra suerte te sucederá como á los niños que imitan los gladiadores, los luchadores, los flauteros, los trompetas, y que asimismo representan tragedias haciendo toda suerte de oficios, sin ser capaces de ninguno. Imitarás (como mona) todo lo que vieres hacer á otros, y dejarás ligeramente una cosa para comenzar otra. ¿Quieres saber la causa? Es que emprendes sin premeditación, que te dejas llevar temerariamente y que sólo sigues tu primer movimiento y tu capricho. Haces como los que tienen gana de ser filósofos, cuando oyen decir á alguno: ¡Oh! i qué bien ha dicho Sócrates! Quién pudiera hacer un razonamiento tan alto y de tanta fuerza como él! XXXVII.

¡Oh, hombre, quienquiera que seas! Si quieres salir con tus designios considera primeramente lo que deseas hacer, y mira si lo que emprendes es conforme á tu naturaleza, y si ella podrá resistir. Si tienes gana de ser luchador, advierte si tus brazos son harto fuertes, si tus muslos y tus lomos son propios para ello, porque los unos nacieron para