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MORALISTAS GRIEGOS.

su infortunio, comienza á entrar en el camino de la sabiduría; pero el que ni se acusa á sí, ni á los demás, es perfectamente sabio.

XII.

No te alabes jamás de ajenas excelencias. Si un caballo pudiese decir que es hermoso, en su boca sería tolerable. Pero cuando te alabas de tener un hermoso caballo, ¿sabes lo que haces? Te alabas de lo que no te pertenece. Qué es, pues, lo que es tuyo? El uso de lo que está á tu vista. Por esta razón, si miras las cosas conforme á su naturaleza, y juzgas de ellas como debes, entonces te es permitido gloriarte en ellas, porque te alegras con un bien que posees efectivamente.

XIII, Si te hallases embarcado y el bajel viniese á tierra, te sería permitido desembarcar para buscar agua: y asimismo, nadie te impediría el coger las conchuelas que te hallares en tu camino; pero te convendria tener la vista siempre en el bajel, atendiendo á cuando el piloto te llamase, y entonces sería menester dejarlo todo de miedo que no te hiciese embarcar atado de pies y manos como una bestia. Lo mismo sucede en la vida. Si Dios te da mujer é hijos, permitido te es amarlos y gozar de ellos. Pero si Dios te llama, conviene dejarlos sín más pensar, y correr ligeramente á la nave. Y si ya eres viejo, guárdate de alejarte y de no estar prevenido cuando seas llamado.