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MORALISTAS GRIEGOS.

presunción de saber más que otros; una inclinación insaciable al juego, y una vil y torpe sujeción al amor lascivo. Proseguí mi profesión militar y este infame y libre modo de vivir hasta último de Abril de 1637 (trigėsimocuarto año de mi edad), que me casé. Con la mudanza de estado, mudé también de profesión, y pasé de la guerra á la pluma. Comencé á tratar de ordenarme un modo de vida más decente y conforme á mi nuevo estado. Apliquéme desde luego al estudio de los libros morales y de devoción, en que con el tiempo he hallado todo mi consuelo; fuí muy dado á la lectura de la Historia y de los libros políticos y de Estado. Ocupé diferentes puestos en servicio de mi Rey, y me hallé en diversos tratados de paz y guerra. Toda mi vida ha sido un continuo contraste de trabajos, peligros y persecuciones, y en el curso de ella aprendí á sufrir y no desear, con que, mediante la gracia de Dios, he llegado á una inexplicable tranquilidad de espiritu, que es la mayor felicidad de esta vida perecedera. Después de treinta y dos años de matrimonio y treinta y ocho de servicios continuos, no tengo más riquezas que lo muy necesario para sustentar modestamente mi familia, y me hallo más contento en este estado que infinitos que acumularon grandes posesiones y nunca son dichosos por desear siempre más.

He tenido en todo diez hijos, de los cuales aun viven hoy dos varones y tres hembras. La crianza de las hijas ha corrido por cuenta de la madre, que las ha doctrinado con su buen ejemplo más que con palabras. A los varones he procurado hacer instruir lo mejor que me ha sido posible; pero en vano traba-