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MORALISTAS GRIEGOS.

bres grandes y famosos que de él han salido de todas naciones, calidades y profesiones. En el tiempo que allí estuve, no sólo aprendí lo que se, enseña, sino también los ejercicios de correr, saltar, luchar, tirar á la barra y otros que ayudan notablemente á la agilidad y fuerzas corporales, muy convenientes á los hombres y á la salud, evitando la violencia. Mi temperamento era colérico, sanguineo, templado con alguna melancolía, que no me impedía el ser alegre, juguetón y sociable. Era yo pundonoroso y altivo de pensamientos, y obedecía de mejor gana á la blandura que al rigor, al aplauso que al castigo.

Era mi memoria más feliz que la de todos mis condiscípulos, conque en espacio de tres años hice raya entre todos, y el de 1617 pasé al colegio de Oropesa (regido por los mismos Padres) á repetir y excitarme en lo ya estudiado. Y entonces comencé á notar que pierde tiempo en el estudio de la Retórica y Poesía el que no nació orador y poeta.

El año siguiente (que era el décimocuarto de mi edad) fuí enviado á la universidad de Alcalá de Henares á estudiar la Filosofía. Aquí se advertirá el daño de mi feliz memoria, que yo no vine á conocer sino muy tarde. Valióme mucho para las Súmulas y Lógica, en que ninguno de mis condiscipulos llegó á igualarme, y solía romper la cabeza á los más doctos; porque nunca me faltaba materia para defender y probar cualquiera desatino, y si me prop0- nian algún argumento (por bien fundado que fuese), mi puntual modo de resumir y mi prontitud en responder, distinguiendo ó negando, les causaba tal vez confusión, y tal vez les cegaba la cólera, y á mí me parecía haber vencido.