lo sabe que es heredada de sus padres, pero que tiene que venderla, por ser muy pequeña para aposentar huéspedes.
XXIV.
DE LA SOBERBIA.
La soberbia es vilipendio ó desprecio de todos, á excepción de st mismo. El soberbio, pues, es tal: El que ordena al que le busca de priesa, que después de comer le podrá hablar en el paseo. Si hace bien á otros, les dice aun en la calle que lo tengan presente, y les obliga á que se le acerquen, sin que jamás quiera acercarse él primero á nadie. Es capaz de mandar á los que le compran ó tienen que pagarle alguna cosa, que vuelvan otro día al amanecer.
Yendo por la calle, no saluda á los que encuentra, y á lo más les inclina la cabeza. Si alguna vez le rece dar un convite á sus amigos, no come con ellos; sino encarga á alguno de sus criados que los cuide.
Si va á ver á alguno, envía antes quien le diga como viene á visitarle. No permite que entren á verle cuando se unge ó cuando come. Cuida también, si ajusta cuentas con alguno, de que un criado las haga, reste, saque las sumas, y las ponga en el libro de asiento. Si escribe cartas, no haya miedo que diga: Me harás el favor; sino: Quiero que hagas; y también: He enviado persona que tome de ti; y: No şe haga de otro modo; y: Cuanto antes. .
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