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MORALISTAS GRIEGOS.

Si ve en su casa una culebra, levantará allí mismo una capilla. Arrimándose á las piedras ungidas ó benditas que están en las encrucijadas, derrama sobre ellas aceite que lleva en redomitas, y pará retirarse ha de hincarse de rodillas y adorarlas. Si un ratón casualmente roe el costal donde tiene la harina, va á ver al agorero ö adivino, y le pregunta qué es lo que debe hacer. Si acaso le responde que lo dé al costalero para que lo remiende, no se conforma con esto, sino que, mirándolo con aversión, se deshace de él. Purifica su casa con frecuencia; no se acerca á los sepulcros; no concurre á entierros; no .visita paridas. Cuando tiene algún sueño, va de casaen casa de los que los interpretan, de los adivinos y de los agoreros, á preguntarles á qué dios ó á qué diosa debe hacer sus votos y oraciones. El que ansioso de ser ordenado en los misterios, va visitar todos los meses á los sacerdotes de Orfeo con su mujer, y si ésta no está desocupada, va con el ama y con sus niños. Para salir de una encrucijada se lava la cabeza, y llamando á las sacerdotisas, les pide lo purifiquen aplicándole, ó una cebolla albarrana, ó un cachorrillo. Si ve un loco ó epiléptico, se espeluza de miedo y se escupe en el seno.