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MORALISTAS GRIEGOS.

IV.

DE LA RUSTICIDAD.


La rusticidad parece ser: ignorancia ó falta de instrucción de lo gue es indecente en las acciones. El rústico, pues, es tal, que toma una purga, y va, no obstante, á la junta ó cabildo. Dice que el olor del bálsamo seguramente no es tan suave como el del tomillo. Lleva el zapato más ancho ó mayor queel pie; habla á gritos; desconfía de sus amigos y de sus domésticos, pero comunica con sus criados las cosas de mayor importancia, y cuenta á los peones que trabajan en su campo cuanto se ha tratado em el cabildo. Si se sienta, tiene alzada la ropa hasta por cima de la rodilla, de suerte que se le ven losmuslos. De nada se admira ni nada le da golpe de cuanto encuentra en el camino ó calle; mas buey, un borrico ó un macho cabrío, se para á contemplarlo. Cuando él mismo saca algo de la desve un llena la boca de un buen bocado y echa un pensa, trago del mejor vino, guardándose de que lo sepa la despensera ó ama de llaves, con la que al mismo tiempo cuenta y reparte las raciones de todos sus domésticos y la suya. Estando á la mesa, se levanta para echar un pienso á las bestias, y si tocan á la puerta, él mismo sale á saber quién. Llamando á su perro y tomándole el hocico, dice: Este guarda la heredad, la casa y los que estamos dentro. Cuando recibe