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TEOFRASTO.—CARACTERES MORALES.

Pero no se limita la presente obra, en especial las Reflexiones, á notar precisamente los defectos, vicios, desórdenes é incomodidades mutuas de los hombres. Promueve virtudes positivas, y dando excelente idea de ellas, pone la felicidad humana (en este mundo) en su ejercicio. Señala el rumbo que debemos seguir para ser útiles á los demás, y por consiguiente á la patria. A las ciencias concede las ventajas que justamente se les deben, y sin omitir la descripción exacta ni las calidades de la amistad sólida y sincera, inculca en todas partes acendradas máximas de moral y razones concluyentes para restablecer y practicar las virtudes domésticas, civiles y políticas.

Resta sólo dar una ligera idea del escritor griego. Teofrasto es el célebre filósofo, discípulo y sucesor de Aristóteles en el Peripato. Floreció por los años 324 antes de Cristo, 429 de la fundación de Roma, y murió de cien años en la olimpiada 123, esto es, 288 antes de Cristo. Aristóteles le mudó su antiguo nombre Tirtamo en el de Eufrasto, por la excelencia y dulzura de su locución. Después le llamó Teofrasto, como si dijese que su lenguaje era divino. Tuvo la gloria de libertar dos veces su patria Ereso de tiranos. Entre otras muchas obras que escribió de Lógica, Fisica é Historia natural, publicó ésta con el título de Caracteres morales, esto es, descripciones de ciertos vicios y costumbres perniciosas ó molestas al trato humano; y ya separada, ya unida con las otras, se ha publicado en griego y en latín. También la han pasado á su idioma los franceses, y corre con estimación la traducción que pubicó por la primera vez La Bruyere en 1688. Boyer los dió á luz en inglés en 1696. El año de 1751 imprimió otra