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XXXI
M. AURELIO.—SOLILOQUIOS.

prohibida por algunos de sus antecesores menos virtuosos que él; bien que puso coto en los gastos, mandando que ningún comediante pudiese pedir de salario más que cinco monedas[1] de oro, y que en ningún caso se les aumentase pasado de diez.

La misma delicadeza le hizo niudar la resolución tomada de conducir personalmente á Lucilla su hija, volviéndose desde Brindisi, por haber entendido que algunos atribuían su viaje á envidia de la gloria que Vero habia adquirido en su expedición contra los Partos. En general, su carácter distintivo era la bondad, que divinizó consagrándola un templo en el Capitolio. Esta le hizo moderar en los castigos la pena, no echando jamás á los delincuentes todo el rigor de la ley. Merecía un pretor ser depuesto; Marco se contentó con privarle del ejercicio conservándole el título. Si este hecho es disculpable; si lo es la mansedumbre con que oyó á un gladiador á quien dificultaba la pretura reconvenirle descaradamente con haberla otorgado á muchos de sus compañeros en la esgrima; si es loable la humanidad con que trató á los príncipes extranjeros, particularmente á Tiridates, que había sublevado la Armenia, y al Rey de los Cuados Ariogeses; si lo es igualmente la providencia de que los gladiadores usasen de floretes en vez de espadas blancas, y que á los bailarines de cuerda se les pusiese debajo mullido, no es tan fácil disculpar su demasiada indulgencia con el colega, con la consorte, con su hijo, con los cómplices de Casio y aun con las personas más viles. Un saltimbanco, subiéndose á un árbol en el campo[1] Las cinco equivalen á 250 reales según Crevier.


  1. 1,0 1,1