vives, á saber el tiempo presente; sin duda podrás pasar el resto de tu vida hasta la muerte con toda tranquilidad, con generosidad de ánimo y perfectaarmonía con tu misma deidad, ó sea parte principal.
Muchas veces me he maravillado cómo es imaginable que amándose[1] cada uno á sí mismo másque á todos, sin embargo estime en menos el concepto propio formado de sí, en comparación del que se merece de otros. Así sucede que si Dios ó un prudente maestro, estando presidiéndonos, mandase á uno de nosotros que nada imaginase dentro de si, ni discurriera sin que al mismo punto de pensarlolo profiriese, no habría quien pudiera. aguantarlo un solo día: en esa conformidad respetamos más al prójimo, cuando opina algo cerca de nosotros, que á nosotros mismos.
|Cómo puede ser que los dioses, habiendo dispuesto tan bellamente todas las cosas y con tanto amor hacia el género humano, hayan descuidado de sola ésta, á saber, que algunos de los hombres que hubieren sido del todo buenos, tenido las más de las veces casi correspondencia interesante con Dios, habiéndosele hecho muy familiares y amigos por sus obras santas y funciones sagradas, después que[1] No es de admirar que los hom bres se amen más á sí que al prójimo, habiéndose observado esto en todos tiempos,.
como notaron Sófocles in Oedip. Colon.,Ov8 lorin wele, doriç wz dutdv pidet. y Eurip. Med., Didet & tzutoo ndetov ddeic wotva. Pero causa maravilla , el que sin einbargo de eso se paguen tanto del aura popular, debiendo tener más aprecio del testimonio de su conciencia, según se explica Cicerón, hablando de si propio: Mea mihi conscientia pluris est, quam omnium sermo. Ad Atitc., lib. xII, ep. 27.