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M. AURELIO.—SOLILOQUIOS.

tiempo, y que al cabo se terminará la vida? Pues si ello es conforme con la Naturaleza, alégrate con eso mismo, y luego se te hará bien fácil de llevar; pero si es contra la Naturaleza, examina lo que te corresponde según tu propia naturaleza, y al punto corre tras ello, aunque no sea cosa de mucho honor; porque se debe disimular con cualquiera[1] que busca „su bien propio.

Examina de dónde ha salido cada cosa, de qué está compuesta, en qué otra cosa se mudará, cuál será después de mudada, cómo por fin ningún mal la sucederá por la mutación.

Pero es digno de mayor examen lo siguiente: en primer lugar, cuál sea la conexión que yo tengo con los mismos hombres, ya porque hemos nacido para .ayudarnos recíprocamente, ya porque yo por otro título especial les estoy obligado[2], habiendo sido encargado de conducirlos, como el morueco guía el rebaño y el toro la vacada. Luego después remonta[1] Dos sentidos, y anibos á dos legítimos, puede tener esta sentencia : el uno, que se debe perdonar al que obrando mal se persuade que en ello busca su bien, aunque con su injuria nos cubra de infamia ; el otro, que es razón disimular con todo aquel que, con el fin de buscar su bien en una acción conforme á su conciencia, se abate á lo que se tiene á menos valer; y esto es más adaptado al asunto.

[2] Las palabras mpootnodutvoc ávtov yiyova pueden tener dos interpretaciones: la una, que M. Aurelio, como emperador, tenía la obligación de gobernar á los hombres, y parece que este es su intento; la otra, que como filósofo debia sobresalir por su buen ejemplo entre todos. Hace bien nuestro Emperador en no desdeñarse de la comparación insinuada, siendo los príncipes unos pastores consagrados al cuidado de sus pueblos. Homero, hablando de Ulises puesto al frente de sus tropas, lo comparaba á un carnero.


  1. 1,0 1,1
  2. 2,0 2,1