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MORALISTAS GRIEGOS.

«Unas, hojas al árbol quita el viento Y otras le restituyen primayera.

Nacen unos por turno y otros mueren.) Y en realidad hojas vienen á ser tus hijuelos; igualmente son hojas esos hombrecillos que, teniéndose por hombres de crédito, celebran y divulgan la fama de otros; ó. por el contrario, los llenan de improperios ó los vituperan en secreto y motejan; del mismo modo son hojas los que han de ser tus panegiristas en la posteridad; porque todo ello son hojas que lleva la primavera y que después. el viento echa por tierra; en cuyo lugar la selva produce después otras, siendo común á todas una duración momentánea. Pero tú huyes ó pretendes todas las cosas como si hubieran de ser eternas, habiendo también de cerrársete presto los ojos y que por fin otro llorará la muerte de aquel que te hubiese llevado al sepulcro.

El ojo sano debe ver todo lo visible y no decir: Yo sólo quiero ver lo verde; porque esto es propio del que es pitarroso: también es necesario que el oído y el olfato estén prontos á percibir cualquier sonido y olor; y el estómago robusto no menos debe estar dispuesto á todo género de comida que lo está la muela hecha con el fin de moler cuanto la echaren. Así también conviene que el alma sana se halle preparada á recibir todo lo que la suceda; pues la que dijere: Yo quisiera la salud de los hijos y que todos alabaran cuanto hiciese, será muy parecido al alii nascendo succedunt. Semper enim arbor illa veste viridi ornata est. Sed subter attende quam multa calces arida folia.D