Página:Obras de los moralistas griegos. Marco Aurelio-Teofrasto-Epicteto-Cebes (1888).pdf/279

Esta página no ha sido corregida
221
M. AURELIO.—SOLILOQUIOS.

bién esa cadena fatal á que estamos atados y que sólo á los racionales se les dió la facultad de acomodarse voluntariamente á los acontecimientos, siendo así que es necesario á todos el seguirla absolutamente.

Parando la consideración en cada cosa particular de las que intentas, examínate á tí mismo si te sería muy sensible la muerte porque te privase de ejecutarla.

Cuando te chocare la falta de alguno, al punto, vuelto sobre tí, reflexiona si tú cometes[1] algún error semejant; por ejemplo, juzgando que la plata, que el deleite, que la gloria mundana y otras cosas de esta especie sean un bien verdadero; porque añadiéndose á esto que el otro, habiendo incurrido en igual ignorancia, obra por fuerza[2], al instante echarás en el olvido tu enojo. Pues qué otra cosa podría hacer? á no ser que tú procurases libertarlo de la violencia, si te fuese posibletuirá aquel sofisma antiguo que llamaban toy ápydv Adyov, cui si pareamus, nil agamus in vita (Cicer., de Fato, capitulo xII), ó bien nos enseñará que nuestro albedrío sólo tiene la libertad ó inmunidad de coacción, doctrina ya condenada.

[1] Este es aquel examen y recuerdo de que se valía Platón al ver que alguno se descomponia ó propasaba en algo, diciendo para consigo: M Rot äp byw toiutoc. Plut., de utilex inimic. Y esto mismo nos asegura de sí Horacio, si es que se le puede dar entero crédito, satyr. 4: . Hoc quidem non bellé: numquid ego illi Imprudens olim faciam simile !.

[2] La violencia de que habla M. Aurelio será la misma de que trata San Clemente, Strom., lib. 1. BiaCera nodddxiç Sdbvn te xzt ályndov, cidoveixlz te áu xal Oundc.


  1. 1,0 1,1
  2. 2,0 2,1