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MORALISTAS GRIEGOS.

yo ahora: si esto siendo también necesario, fuese al mismo tiempo un mal para aquellas partes, no le iría muy bien al universo, cuyas partes estuviesen siempre de muda y de mil modos dispuestas á su ruina y perdición. Acaso la Naturaleza intentó tratar tan malamente á sus mismas partes, haciéndolas tales, que no sólo estuviesen expuestas á incurrir en el mal, sino que por necesidad hubiesen de caer en él ó le salieren hechas así, sin que lo echase de ver? Uno y otro es inverosímil Pero si alguno, no tomando en boca el nombre de naturaleza, nos quisiese explicar el enigma con decir que esa es la esencia y condición de las partes, ¿no sería una cosa verdaderamente ridícula que al mismo tiempo que nos dijese ser de esencia de las partes el mudarse, juntamente se maravillase y llevase á mal la mutación, como cosa acaecida contra el orden de la Naturaleza? Especialmente siendo también el fin de la disolución cada que se vuelvan á los mismos principios de que uno constaba. Porque en esto de perecer las cosas, ó sólo interviene una dispersión de aquellos elementos de los cuales se habían compuesto, ó una conversión de la parte sólida en tierra y de la espiritosa en aire de manera que las cosas sean otra vez restituídas á las razones seminales y principios del universo; ahora sea verdad que éste, después de un cierto pedada por su autor, ó de su propia cosecha: si lo primero, no será mal, visto que ni de propósito ni por descuido quiso su autor hacerla mal alguno; si lo segundo, tampoco será mal, antes sino pequeño bien, el que por beneficio de la disolución vuelva cada cosa á su principio, de donde como de su patria se habia partido. Todo lo cual viene á ser un juego de palabras y no más.