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M. AURELIO.—SOLILOQUIOS.

poco el todo tiene cosa que á él mismo no le sea útil. Siendo esto común á todas las naturalezas particulares, las excede la del universo en no verse precisada por causa alguna exterior á producir cosa que sea perjudicial á si misma. Según eso, con traer á la memoria que soy una parte de un tal universo, abrazaré gustosamente todo lo que suceda, y en cuanto me reputo con cierta estrecha correlación con las otras partes, que son de mi mismo linaje, no ejecutaré nada contra el derecho público; antes bien, miraré por los de mi especie, y dirigiré todos mis intentos hacia lo conduncente á la utilidad común, y me retraeré de todo lo que sea contrario á este fin. Ejecutando esto así, es necesario que la vida sea feliz y del modo mismo que si te imaginases la próspera vida de un ciudadano el cual llevase por delante el poner por obra las acciones convenientes á sus conciudadanos y aceptase con placer el encargo á que le destinare la ciudad.

Es necesario que se corrompan y perezcan las partes del universo, aquellas digo que se contienen en d ámbito del mundo; pero esto podrá decirse con más[1] propiedad de su alteración y mutación. Digo[1] Para inteligencia de esta doctrina, será bueno añadir á lo que tiene dicho M. Aurelio en otras partes, lo que escribe Casaubono, ad Bar. Ann. app. exerc., i, § 10: «Fuit opinio vetustissimorum Græcorum, nihil é rebus creatis perire, sed mutari dumtaxat. Mortem inane esse nomen sine re: nam revera mutationem esse, quam vulgus dicit mortem : quippe nihil creatum interire, sed formam aliam assumere. Hoc est, uti illi dicere solebant, állooo0z.» El intento de M. Aurelio en persuadirnos que ningún mal hay en la mutación de la Naturaleza, viene á reducirse á este argumento. Toda naturaleza de suyo es mudable; luego tiene esta mutalidad, 6


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